Para empezar, entendemos por copago sanitario un modelo de financiación de la sanidad pública en el que el paciente realiza un pago adicional por el uso de determinados servicios. El término es en parte engañoso al referirse habitualmente a un pago compartido, cuando en realidad proviene en su totalidad del ciudadano, bien por medio de impuestos o por un desembolso directo.
El copago existe prácticamente en toda la UE…
Esta modalidad se imparte en casi la totalidad de los que componen la Unión Europea, con algunas diferencias:
- En Francia, Alemania, Austria o Bélgica el copago afecta desde los fármacos a la atención primaria y la hospitalización.
- En Holanda, Irlanda o Italia la visita al doctor es gratuita pero se paga por el resto de servicios. Además, en muchos de estos países, como Italia, es habitual la imposición de una penalización económica por las falsas urgencias que puede ascender a 30 euros.
- En España sólo contamos con el copago de los medicamentos, con unas tasas idénticas en todo el territorio nacional. La cantidad que paga un ciudadano español varía desde el 0%, aplicado a personas que reciban rentas de reinserción o las pensiones mínimas, hasta el 60%, porcentaje reservado a aquellos que tengan una renta de más de 100.000 euros al año.
Cuando hablamos de copago sanitario, en un seguro de salud a menudo pecamos de cierta parcialidad en la forma de ofrecer los datos. No es conveniente hablar de una medida determinada obviando el resto de circunstancias que rodean esa política concreta. Por ejemplo: Noruega se erige como el país más caro en la atención primaria, con un coste medio de 23 euros por visita al médico, pero para ofrecer este dato de forma clara deberíamos contrastarlo con la renta per cápita del país y con los beneficios sociales con los que cuentan: bajas de maternidad, medidas contra el desempleo, ayudas familiares, etc. Así que deberemos andarnos con cuidado cuando se pretenda promulgar una ley bajo la bandera de que «lleva tiempo instaurada en los países más avanzados de Europa».
Es evidente que el copago es una de las medidas cuya implantación en España parece inevitable, si bien no se puede decir que la sanidad sea gratuita (ya pagamos una parte de los fármacos), somos el único país, junto a Dinamarca e Inglaterra que no paga por visita al médico lo que supone un ahorro. Pese a esto, estos tres sistemas sanitarios son casualmente los más eficientes de Europa con una media de gasto del 10 % del PIB (atención privada incluida), por lo que muchos expertos no consideran ventajoso adaptar otros sistemas más caros y que ofrecen peores resultados.
En definitiva
La sanidad pública necesita encontrar fórmulas para adaptarse a los tiempos que corren y, sobre todo, al contexto actual de inestabilidad económica. Si embargo, el copago no convence a la mayoría de españoles porque consideran que con sus impuestos ya pagan la atención sanitaria. La sanidad privada, en cambio, ofrece seguros médicos que se ajustan mejor a las circunstancias de cada usuario y su coste es totalmente transparente, entra AQUÍ y busca la oferta que mejor se adapte a ti.